DOMINGO IN ALBIS

 

Es curioso. Eran en torno a las seis de la tarde, 3 de Abril de 2016. Para la liturgia católica, por ser el segundo de pascua, “Domingo in albis”. Invitado por el sol que lucía en aquel momento, salí a dar un pequeño paseo por las calles peatonales de Oviedo, lo que suelo hacer bastante habitualmente, si bien a distintas horas. Enseguida llegué a la Plaza de la Constitución, siempre agradable por el bello entorno que la rodea. Fue entonces cuando me quedé in albis. Tal cual.

 

Además de la acepción litúrgica, si miráis el diccionario, veréis que el “in albis” puede significar “sin comprender de lo que se trata”, “sin saber qué decir” ante lo que uno ve, oye… Pues así me quedé yo, al ver en aquel mismísimo momento un Paso de Semana Santa procesionado por Oviedo en tiempo ya de alegría pascual. Pocos sabíamos que de lo que se trataba era de devolver la imagen aquella desde la capilla de la Universidad a la parroquia de Pumarín, según me informaron.

 

Lo que yo estaba viendo era un nazareno, vestido de morado y con su corona de espinas sobre la cabeza. Por cierto, una imagen austera, sin puntillas ni dorados, que tanto lo afean en otros modos de expresión, al distorsionar hasta tal extremo al Cristo Sufriente. Pero creo que sobraban muchas cosas: sobraban los soldados de la Legión que abrían el paso a la comitiva con su mascota; tampoco nada allí pintaba la Guardia Civil. Su presencia se podrá aplaudir en cualquier otro momento, pero no concuerdan tal cual con el escenario de la Pasión de Cristo, donde los soldados precisamente ejercieron un papel bien distinto.

 

Y, sobre todo, sobraban aquellos gritos, que me parecieron ferozmente trepidantes, diciendo: ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva España! A uno que conoció al P. Venancio Marcos, a Fuerza Nueva y a los Guerrilleros de Cristo Rey, aquellas proclamas le sonaron a extrema derecha y a integrismo religioso, con todo lo que ello implica. Aquella procesión ya me pareció manifestación político-religiosa de quienes, añorando el pasado, quieren revivir el nacional-catolicismo.

 

Había superado mi primera etapa “in albis”. Empezaba a comprender. Ya entonces, después de aquella salva de palabras tan significativas unidas entre sí, me atrevería a decir que allí sobraba todo. Hasta el Nazareno, que tampoco pintaba nada en aquel aguerrido contexto.

 

Y, para terminar, pasando de lo concreto del momento a lo general, de esta procesión de Semana Santa en un domingo in albis a las procesiones que se están reavivando en lugares donde ya se habían olvidado, nos podemos preguntar si es esta la religiosidad que quieren fomentar nuestros dirigentes religiosos de hoy. No se puede interpretar de otra manera esta vuelta a las procesiones. Esto puede interesar al comercio, a la hostelería…, como atracción turística, o para sacar de las casas a la calle a la gente de Oviedo, pero no se entiende que quiera ser puesto en valor hoy por quienes están obligados a presentar un cristianismo atractivo para las gentes del futuro. Lo que hay que poner en valor es la vida del Nazareno: sus palabras, sus sentimientos, sus gestos, sus criterios, sus valores… Y lo que tenemos que hacer no es tanto seguirlo en procesión sino imitarlo, intentar ser como él ha sido. Esta es la religiosidad más limpia, creo yo.